Ficha Witchs Cradle


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Críticas de Witchs Cradle (1)




Mad Warrior

  • 11 Jan 2022

6



El espacio y el tiempo se componen de cuerdas que lo conectan todo, a cada ser humano y a cada objeto, cuerdas que viajan a través de las brechas abiertas en la realidad.
Nos envuelven, nos aprisionan y conducen nuestro destino hacia un punto de no retorno que a menudo puede derivar en el vacío. ¨El final es el comienzo, el comienzo es el final...¨.

En 1.943 se produjo, aunque muchos lo encajaran con desprecio y otros con solemne indiferencia, un acontecimiento para el mundo del cine con la realización de ¨Meshes of the Afternoon¨, primera piedra de la natural de Ucrania Maya Deren con la que poco a poco cimentaría un estilo único en contra de los convencionalismos a los que estaba sujeta la industria hollywoodiense en la época; aquel pequeño trabajo de inspiraciones surrealistas, creado en compañía de su marido Alexander Hammid (fotógrafo y pionero del ¨avant-garde¨ en su Austria natal), se convertiría en pilar fundamental (y fundacional) del auténtico cine ¨underground¨ en terreno estadounidense.
Tras esto, mientras daba rienda suelta a su creatividad en el campo de la danza, la escritura o la fotografía, Deren se separaría momentáneamente de Hammid para rodar un cortometraje en solitario cuyo escenario fue la famosa galería The Art of This Century de New York, propiedad de Marguerite Guggenheim, amante del arte vanguardista.

En ¨Witchs Cradle¨ la directora decidió implantar en su particular universo sus obsesiones sobre el ocultismo y especialmente el vudú, que conocería a través de la coreógrafa Katherine Dunham, de quien era secretaria personal; tal fue su pasión por dicho tema que unos años después viajaría a Haití para profundizar sobre los rituales y la cultura étnica, donde rodaría el documental ¨The Living Gods of Haiti¨, el cual, por desgracia, no pudo finalizar dado su prematuro fallecimiento en 1.961, siendo rescatado y restaurado más tarde por su ex-marido Teiji Ito. Pero volviendo a ¨Witchs Cradle¨, Deren continúa desarrollando y experimentando con las formas y el movimiento al tiempo que sustituye la libertad espacial de ¨Meshes...¨ por un desasosegante hermetismo, encerrando así a la protagonista, a la que da vida Pajorita Matta.
Ésta recorrerá en silencio varias habitaciones donde el negro profundo se come la mitad de los planos mientras se ve a merced de unas cuerdas que van extendiéndose por el escenario y estableciendo, de algún modo, su avance, así como el de la propia acción; la mujer es incapaz de vislumbrar salida alguna en esa francamente angustiosa atmósfera, ocupada por figuras abstractas (las propias obras expuestas en el museo), simbología ocultista y la omnipresencia de las cuerdas (que se filtran por la piel, que pasan a formar parte de la carne).

Elementos que inclinan a esta obra hacia el cine de horror y que sirven a Deren para reflexionar, una vez más, sobre el conflicto de la identidad y la relación entre el hombre y la mujer. Los elementos y simbologías de ¨Witchs Cradle¨ sirven a Deren para reflexionar sobre el conflicto de la identidad y la relación entre el hombre y la mujer (promulgando un poco agradable discurso feminista que siempre ha estado presente en su trabajo), marcadamente heterofóbica y basada en la insatisfacción, la dominación, la pesadilla y la tragedia, como ya vimos en ¨Meshes...¨, que vendrá determinada por un anciano que maneja las cuerdas con la supuesta intención de atrapar a la protagonista (¿producto de su fantasía, proyección de sus oscuros deseos?) privada de movimiento y libertad.
Un ambiente de opresión en el que se toca la irrupción de lo tangible con un sentido del desfase y la repetición que alcanza directamente el inconsciente, iniciándose una persecución y posterior lucha entre la mujer y su ¨yo¨ (su imagen especular, su reflejo en el espejo) cuyo terrible final estará decidido al ¨sellarse¨ literalmente su destino con el pentagrama en forma de espiral (antes presentado) del ¨punto de no retorno¨ o ¨eterno retorno¨ grabado en su frente. Ambigua y perversa anomalía tomada de la inspiración ocultista que aumenta la sensación de bucle temporal y lleva la acción circular, la repetición y la completa disociación del ¨yo¨ (expresado emocionalmente a través de diversos gestos faciales) a sus puntos álgidos.

A la mujer sólo le resta aceptar su destino/no destino con resignación, sorpresa y dolor. Contando con la inestimable colaboración del artista y autor francés Marcel Duchamp, Maya Deren nos sumerge en un viaje mental que alía profundidad, locura, terror y virtuosismo con una rara agudeza y sentido de lo esotérico que, sin embargo, no logra ponerse a la altura de su anterior obra ni de la siguiente (¨At Land¨, donde perfeccionaría la búsqueda de la identidad).
Y la razón es una opacidad argumental muy pronunciada, una distribución de signos algo confusa y aleatoria y la ausencia de verdadera fluidez, tanto en lo narrativo como en lo visual, aquejada por esos continuos y abruptos cortes en la película, algo comprensible por otra parte, ya que ¨Witchs Cradle¨ fue, curiosamente, un proyecto que nunca llegó a finalizarse...



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