Crítica de “Aquaman y el reino perdido”: Un mar de altibajos y aventuras

• 22 de Diciembre del 2023
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En "Aquaman y el reino perdido", la saga submarina de DC llega a su segundo capítulo, intentando navegar las turbulentas aguas de la narrativa de superhéroes con un éxito mixto. Dirigida por James Wan y protagonizada por Jason Momoa, la película intenta sumergirnos más profundamente en el mundo de Atlantis y sus héroes, pero a veces se siente más como un chapuzón en la piscina que una inmersión en el océano.

Momoa regresa como Arthur Curry, el rey de Atlantis, cuyo reinado es amenazado por su viejo adversario, Black Manta (Yahya Abdul-Mateen II), ahora potenciado por fuerzas misteriosas y un tridente maldito. Mientras tanto, las complicaciones domésticas con Mera (Amber Heard) y la responsabilidad de ser padre revelan un lado más humano del héroe acuático, aunque estos elementos a veces se sienten desdibujados por una narrativa sobrecargada.

El filme recicla varios elementos de su predecesor, con Arthur embarcándose en una serie de misiones a través de exóticos paisajes submarinos. Sin embargo, lo que antes era un viaje lleno de frescura y humor, ahora se siente un tanto recalentado. La química entre Momoa y Heard, un ancla emocional en la primera entrega, aquí se diluye, relegando a Mera a un papel menos activo y más convencional que parece un paso atrás en términos de desarrollo de personaje.

La película intenta compensar estas deficiencias con un despliegue visual impresionante y escenas de acción que llevan el sello característico de Wan. Sin embargo, la edición a veces caótica y un CGI que no siempre convence hacen que sea difícil sumergirse completamente en estas secuencias. La narrativa se siente desordenada, con saltos y giros que a veces desorientan más que enganchan.

No obstante, hay destellos de diversión y emoción genuina. La dinámica entre Arthur y su hermano Orm (Patrick Wilson) ofrece momentos de humor y humanidad, y algunas de las criaturas y paisajes submarinos son verdaderamente imaginativos. Momoa sigue siendo el corazón carismático de la película, llevando en sus hombros el peso de un rey y de una franquicia.



"Aquaman y el reino perdido" es una aventura que intenta navegar muchas corrientes a la vez y, aunque no siempre mantiene el rumbo, ofrece suficiente espectáculo y carisma para mantener a flote el interés. No es la joya de la corona de DC, pero tampoco es un naufragio total.